El sistema financiero "no va a quedar inmune", según el gobernador
Van 20. El temporal financiero se ha llevado por delante 20 bancos en Europa desde el inicio de la crisis. En todos los países importantes han caído entidades financieras que obligan al sector público a nacionalizar o intervenir y, en definitiva, a gastar miles de millones de euros en un sector que ha hecho saltar las costuras de la economía europea. "En España, no. No ha pasado nada. Hasta ahora no ha quebrado ni un banco. Ésos son los hechos", reiteró ayer el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en la comisión de economía del Congreso. Y así es, pero los riesgos ya están ahí: el sistema financiero español "no va a quedar inmune frente a los procesos que la crisis financiera ha desatado", advirtió con el habitual tono precavido -y solemne- de todo banquero central.
El aviso a navegantes no bastó para evitar una sonora bronca con el PP, que asegura que España atraviesa ya "una crisis bancaria como nunca antes hemos vivido", según afirmó el ex ministro Cristóbal Montoro.
Vienen curvas. El vicepresidente Pedro Solbes ha asegurado esta semana que el Gobierno está listo para intervenir si alguna entidad entra en barrena. Con toda la prudencia, el supervisor bancario español advirtió de eso mismo. "La banca española no tiene activos tóxicos, su situación es muy sólida", explicó el gobernador. Pero a renglón seguido añadió que puede necesitar "ayudas temporales y condicionadas" para algunas entidades si la crisis no se detiene. El órdago del PP consiste en que es el sector en su conjunto quien corre serio peligro.
Fernández Ordóñez va de polémica en polémica. Varios parlamentarios le afearon sus declaraciones de hace sólo unas semanas respecto al coste del despido, que el gobernador no se cansó de matizar. Pero ayer la gresca se centró en su diagnóstico de la crisis bancaria. La tesis de Fernández Ordóñez es que no hay tal crisis en España: no va haber un alud de quiebras, aunque pueden aparecer problemas puntuales, que se combatirán cuando estallen, y "la profundidad de la crisis puede implicar un proceso de reestructuración de nuestro sistema bancario". Fernández Ordóñez avisó sin remilgos de futuros "saneamientos" y "recapitalizaciones" si la economía y el sector financiero no salen del círculo vicioso en el que están metidos.
No bastó. Esas cautelas encendieron los ánimos en la bancada del PP. "Su deber es advertir sobre lo que se nos viene encima, que por supuesto usted conoce porque lo tiene encima ya", exclamó Montoro en alusión a la que a su juicio es la punta del iceberg: la posible fusión de Caja Castilla-La Mancha con Unicaja, forzada por los problemas de la entidad manchega. "¿Cómo puede decir que no sucede nada? ¿Esa fusión es una operación privada? Le vamos a exigir responsabilidades en el momento pertinente: cuando haya que movilizar recursos públicos para alguna entidad. Entonces me va usted a repetir que en España no pasa nada", atacó Montoro en un discurso salpicado de descalificaciones.
Lejos de sacar pecho como otras veces, Ordóñez admitió que la solidez de la banca española en los últimos 20 meses ha podido sorprender ante una imagen internacional muy marcada por el pinchazo inmobiliario y la necesidad de financiación exterior. Y frente a los puntos fuertes -"la regulación, la inexistencia de activos tóxicos dentro o fuera del balance y el mayor recurso a la financiación a largo plazo"-, explicó con crudeza que difícilmente se van a poder esquivar las dificultades. La banca "se enfrenta a un problema de morosidad por el paro y el reventón inmobiliario, y va a sufrir por el encarecimiento de la financiación", dijo.
Además, las entidades afrontan una caída del negocio mundial, y el nivel del crédito "no va a volver por donde solía. El sector está dimensionado con alegría, y habrá que reestructurarlo". En ese punto, el gobernador lanzó un mensaje de tranquilidad: "El Banco de España tiene tradición en la resolución de problemas; depositarios y acreedores de los bancos pueden estar tranquilos". "No tanto algunos accionistas", apostilló. Ante eventuales intervenciones, apostó por "buscar soluciones privadas y evitar poner dinero público". Y trató de apelar a la responsabilidad y a actuar "con discreción y profesionalidad". "Al dinero no le gusta el ruido", contraatacó ante la virulencia de Montoro.
Pero si el horizonte del sector financiero es complicado, la economía real está ya metida de lleno en un mar de sargazos. El gobernador ve una recesión de "cierta magnitud" en España, y una salida incierta: "Saldremos cuando lo hagan los EE UU", dijo. Es decir, no antes de 2010, a juzgar por las previsiones de la Reserva Federal estadounidense.
Respecto a la restricción del crédito que estrangula la economía, la achacó a la caída de la demanda por la recesión y a la menor oferta por la crisis, tanto real como financiera, y destacó que en el trimestre que va de noviembre pasado a enero el crédito creció el 2,1%, aunque no negó el endurecimiento de los préstamos y la posibilidad de que las tasas empiecen a ser negativas, algo que ve como natural.
Frente a quienes criticaron sus declaraciones "sobre el abaratamiento del despido" -en palabras de Joan Herrera, de ICV-, se defendió al ataque: "Dije lo contrario". Y fue igual de tajante sobre el subsidio de desempleo: "No estoy contra la indemnización por despido, pero prefiero un modelo como el austriaco: que genere menos paro, eleve la competitividad y permita subir los salarios".
Fuente: elpais.es